Kiko Aguado: Cosas suyas Son sus cosas. Las de Kiko. Pontevedrés, residente en la muy noble y leal ciudad de Granada. Guitarrista de jazz, y a mucha honra. Uno escucha las cosas de Kiko Aguado, su música, y puede sentir las sensaciones que atraviesan a quien afirma orgulloso a cada paso su condición de músico de jazz; ¿y qué puede haber mejor que eso?. Aguado lleva años en el asunto. A lo largo de los mismos ha tocado junto a Bob Mintzer, Dave Samuels, Kevin Mahogany, Kurt Elling, y con Pedro Iturralde, Perico Sambeat… también con Miguel Ríos, y con Carlos Cano, incluso con Rosa López, nuestra “Rosa de España”. A lo que hay que añadir sus propios proyectos, con la Granada Big Band y la Granada Jazz & Flamenco Fusion Band; y su actividad como docente, y… Cuando uno lleva recorrido lo que Kiko, no precisa de coartadas para grabar un disco de jazz. En “Cosas Mías”, todas las composiciones son de propia factura. Detrás de las mismas, es fácil imaginar, existe una vivencia que sólo él conoce. Las hay para todos los gustos. Un vals con aires de “bossa nova” de apariencia ligeramente inquietante –“Su graciosa tempestad”- y un rhythm changes de esos que antaño se reservaban los saxos tenores de tronío para su propio lucimiento: “Eslabón perdido”. Dos interpretaciones ciertamente memorables. Si me preguntan, me quedo con “Mi pequeña Laura”, a modo de valsecillo trotón, sin ser propiamente un vals, pero sí trotón; o “Habana 13”, que de habanera tiene más bien poco, y de jazzística mucho, con ese aire “a la Take Five” (la composición de Paul Desmond llevada a la popularidad por el pianista Dave Brubeck) que le aporta su “toque de distinción”; o la encantadora “Parpadeos” y su sabor liviano y “swingeante” a otros tiempos… Que la veteranía es un grado, lo demuestra el guitarrista en cada una de sus intervenciones. Kiko no necesita alzar la voz para sobresalir. Es un solista solvente, y un acompañante puntilloso, cualidades ambas que se conjugan en piezas como “Aire fresco”: sin duda, otro de los momentos culminantes del disco. Uno ha de vencer la natural inclinación del crítico por encontrarle parecidos al intérprete. Ignoro cuales son las referencias estilísticas del protagonista del disco y, sinceramente, me dan igual. Kiko, que ha acompañado al maestro Benny Golson en una reciente estancia del saxofonista en Granada, ha podido inspirarse en la obra de quienes le precedieron, y sin duda lo ha hecho. Más lo que se escucha excede con mucho el marco de la burda imitación. Kiko es músico de criterio y tan personal como puede serlo nadie en los albores del siglo XXI, lo que puede aplicarse a quienes le acompañan en éste “viaje al interior” que es “Cosas mías”: Rogelio Gil, siempre en su punto, pero más que nunca en “A toda presión”; Richie Ferrer, discreto, eficaz, nunca rutinario. También él tiene su hueco en el disco; y Julio Pérez, un batería con muchas cosas que decir, lo que no es frecuente. El resultado: un disco de jazz para los que gustan del jazz. Nada más. Y nada menos. Chema García Martínez Periodista y escritor Belgrado, 28 de octubre de 2010